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BIOGRAFÍA 7

DOÑA CONSTANZA de Aragón: el triste destino de una mujer medieval

            El castillo de Villena fue construido por los musulmanes Almohades en el S.XII . Era entonces una fortaleza de solo dos plantas. En 1240 fue conquistado por el rey de Aragón Jaime I “El Conquistador” y cuatro años más tarde pasó a la corona de Castilla por el tratado de Almizra (1243) constituyéndolo en Señorío, bajo el poder de D. Manuel. Heredó dicho Señorío el príncipe D. Juan Manuel que transformó la Atalaya en residencia para albergar a Dña. Constanza hasta que tuviera la mayoría de edad y poder casarse con ella.

            Don Juan Manuel Señor, Príncipe y duque de Villena y su segunda esposa doña Constanza de Aragón y Anjou, Infanta de Aragón. Hija, hermana y madre de reinas infelices, cuando nació, en 1300, estaba destinada a ser moneda de cambio para satisfacer la ambición de su padre el rey Jaime II de Aragón y su noble marido “el príncipe escritor”.

            “… así fue como el rey de la corona de Aragón, Jaime II, entregó la mano de su hija Constanza al Infante D. Juan Manuel, tras un pacto de lealtad a la corona…”

            “…cualquier príncipe que tuviera bienes preciados era un buen candidato para acordar estos matrimonios concertados…”.

            Cuando la princesa contaba con tres años de edad, su padre Jaime II entrega su mano al infante D. Juan Manuel, dieciocho años mayor que ella- donde se estipulaba que don Juan Manuel reconocía a Jaime II como rey de Murcia, se comprometía a ayudar a su futuro suegro contra sus enemigos y entregaba como fianza otros castillos de su propiedad: Salvatierra en Villena, y el de Sax. A cambio, recibía del padre de la novia una dote de cinco mil marcos de plata y la devolución de algunas posesiones perdidas por don Juan.
produciéndose mediante este compromiso un pacto de lealtad del Infante a su futuro suegro el Rey. Corría el año 1303.
              En aquella época, los hijos eran vistos siempre como piezas de intercambio en la política de Estado, ya que realizar un buen matrimonio era clave en el gobierno del reino. Cualquier príncipe que tuviera bienes preciados era un buen candidato para acordar estos matrimonios concertados. La vida de nuestra infanta Constanza iba a estar marcada desde su más tierna niñez.
             En 1306, el Infante D. Juan Manuel firma en Valencia las capitulaciones matrimoniales con Constanza de Aragón (6 años de edad), trasladándola al castillo de Villena y acordando no consumar el matrimonio hasta que ésta alcanzara los doce años de edad. A partir de este momento Constanza, recluida en su castillo y acompañada de su aya, el Alcaide de la fortaleza y  un extenso séquito de damas de compañía, instructoras, sirvientes y centinelas, pasaría sus días entretenida en aprender todo lo necesario para cumplir su “afortunada misión”: ser la esposa del Infante. Para ello sus instructoras le enseñaban las tareas necesarias para desempeñar tal función. La Infanta recibía lecciones de canto, baile, de modales, de costura y lo básico en cuanto a cultura. Le enseñaban a leer y escribir y, a veces, cuando venía algún juglar al castillo, escuchaba sus Cantares. ¡Cómo le gustaba a la princesa oír esas historias tan maravillosas en las que aparecían caballeros que salvaban a sus damas de los más difíciles infortunios! Ella pensaba: -yo algún día también seré salvada por mi prometido y se emocionaba.  !qué suerte había tenido…! En el castillo, propiedad de su futuro esposo, su vida transcurría tranquilamente, bien, entreteniéndose con sus largos paseos en los aledaños del castillo junto a sus damas o bien, en otros momentos, bordando su ajuar nupcial. Su preparación era lo más importante, así se lo habían inculcado y así tenía que ser, no podía defraudar a su futuro esposo…él merecía una esposa acorde con sus necesidades, por tanto, ella se esforzaba mucho y esperaba fervientemente cumplir con todas las expectativas de su amado. Constanza lloraría muchas veces, envuelta en un mar de lágrimas, al ver que su padre la había vendido por un par de tierras y un poco de riqueza, sin importarle ni tan siquiera si sería feliz con aquel infante o si lo llegaría a amar algún día. Con todas las cosas nuevas que iba descubriendo en su nuevo mundo, la joven se sentiría indecisa acerca del sentido que tendría su vida de ese momento en adelante. La estancia de doña Constanza en Villena se prolongó hasta que alcanzó la edad núbil que las leyes establecían en 12 años y se pudo formalizar el matrimonio, después de conseguir la necesaria dispensa papal que pasara por alto el parentesco de los contrayentes. A los 16 años tuvo a su primera hija, doña Constanza Manuel “la de los tristes destinos”, un apelativo nada gratuito puesto que se casó con nueve años para ser repudiada con tan solo once y encerrada en Toro. 
             Doña Constanza murió a los veintisiete años, tuberculosa, después de tener cuatro hijos de los que tan sólo sobrevivieron dos.

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